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Espiritualidad, arte y locura

del Convento Franciscano de Santa María de Jesús de Patraix

NPQ EDITORES
07 / 2024
9788419924810
Castellano
últimos 30 días
Religión

Sinopsis

Este libro nace desde una mirada nueva hacia un enclave histórico de la ciudad
de Valencia: el Convento Franciscano de Santa María de Jesús; una mirada
que intenta darle el valor que merece desde el análisis de su riqueza
histórica, espiritual, patrimonial y artística.
Creado en 1428 por voluntad de la reina María de Castilla, esposa de Alfons
el Magnànim, el convento fue habitado durante cuatrocientos diez años por
monjes franciscanos observantes muy cercanos al poder real de la Corona de
Aragón, lo que da cuenta de su importancia. Las dependencias del convento
y su espacioso huerto cercado abarcaron treinta mil metros cuadrados de la
fértil huerta de Patraix, y existen datos que hacen pensar que en su construcción
gótica intervino Francesc Baldomar, el mejor arquitecto del siglo de
oro valenciano y preferido del rey Alfonso. De entre los monjes que lo habitaron
destaca la fi gura del místico valenciano del siglo XVI Pedro Nicolás
Factor Estaña, extraordinario pintor que dejó sus obras en las paredes de su
convento, en los cuadros que pintó para él y en los miniados de los libros del
coro, hoy todo desaparecido.
En 1784 la Orden Franciscana decidió hacer una profunda remodelación de su
iglesia conventual y del claustro mayor, en la que participaron los mejores creadores
de arte de la época, algunas de cuyas obras, afortunadamente, se han conservado
en la iglesia, destacando la cúpula pintada por Vicente López Portaña.
En 1838 el convento es desamortizado y vendido en la dinámica política que
Francisco Tomás y Valiente identifi cará como «la gran farsa desamortizadora
». Y aquí comienza su expolio y su decadencia, que todavía no ha terminado.
Porque entre 1842 y 1866 Santa María de Jesús se transformará en una
fábrica de hilaturas de seda. En 1866 lo compra la Diputación de Valencia,
que un año después instalará allí el Manicomio Provincial, situación que durará
hasta 1989 y que es por lo que es recordado en el imaginario colectivo.
No obstante, sobrevivirá un espacio privilegiado, dos claustros menores que
siguen intactos como esgrimiendo la dignidad de lo que fueron y que hasta
el año 2010 albergaron los servicios de salud mental infantil de la diputación.
Desde entonces están abandonados.
Este relato pretende también reivindicar la recuperación de esos dos claustros menores. Porque el olvido es la gran baza de la destrucción, y solo recuperando
su memoria podremos apreciarlos y conservarlos.